La historia de Kikí y su delicioso tomate frito
Cuando en los años sesenta Kikí preparaba, removía y cocinaba su tomate frito, a fuego muy lento, en su pequeña cocina, con tomates cuidadosamente seleccionados del huerto familiar en Fontanars dels Alforins, Valencia, jamás se habría imaginado que aquello que, de forma natural, se le daba tan bien acabaría siendo la receta base de una empresa que llevaría su nombre.
Como madre de ocho hijos, Isabel Rubio (conocida con el mote de Kikí) dedicaba horas y horas a la cocina: algo que, en sus palabras, “requiere tiempo y cariño”.
Hacía guisos, arroces, carnes… Pero su especialidad, y aquello que daba el toque especial a cada uno de sus platos, era la salsa de tomate. Y tan especial era, que unos días antes de cada reunión familiar en su casa sonaba el teléfono:
“Kikí, tú traes el tomate, ¿verdad?”.
Porque no había comida, reunión, navidades o cumpleaños en el que faltara su delicioso tomate frito.
Una idea nacida junto al humeante tomate frito, el fuego lento y la cuchara de madera.
Su famosa receta, se comenzó a cocer a fuego muy lento en los fogones de la cocina de la finca familiar, durante el verano de 1962. Aquel año hubo una abundante cosecha, y Kikí y su familia, elaboraron conservas con sus propios tomates de huerta para que no se echara a perder todo aquel tomate tan exquisito y tener avío para toda la temporada.
Año tras año, Kikí fue perfeccionando su receta. Y cada temporada, recibía más peticiones de familiares y amigos, que le pedían frascos.
Y así, casi por petición popular fue como nació Estilo Kikí.
Los encargos aumentaban y dieron paso a Estilo Kikí.
Tras décadas cocinando su ya clásico tomate frito, a los 58 años, Kikí tuvo una idea. Decidió que aquello que se le daba naturalmente bien, y que a ella tanto le gustaba hacer, se convertiría en un pequeño emprendimiento familiar.
Fijó por primera vez un precio a su bote de tomate, y lo empezó a comercializar entre sus familiares y amigos. El boca a boca empezó a correr la noticia más rápido de lo que ella se imaginaba, y muy pronto tenía listados de pedidos para entregar. Quien lo probaba, quería repetir. Y no solo eso, sino que lo compartía y recomendaba también.
En esa época, a principios de la década de los noventa, Máximo, marido de Kikí, se acababa de jubilar, y juntos se embarcaron en este proyecto familiar que en pocos años comenzó a convertirse en un negocio.
Allí fue cuando entraron en escena dos de sus hijos, Máximo y Kiko, que decidieron apostar por el proyecto de su madre, para hacer que el delicioso tomate frito de su infancia llegara a los platos de muchos más hogares.
De la cocina de la casa de Kikí, el negocio se trasladó a una nave en el pueblo donde la familia siempre había tenido la finca y el huerto, en Fontanars dels Alforins. Y con el tiempo, son ahora sus nietos quienes siguen cuidando con mimo de preservar la esencia de su proyecto, sus recetas y la empresa familiar.
Kikí, nuestra Alma Mater.
Como creadora de nuestras salsas y confituras artesanas, Kikí siempre ha velado por ofrecer una experiencia gastronómica única a través de productos extraordinarios.
Ella, y ahora sus nietos, somos quienes mantenemos el firme propósito de elevar el concepto del tomate frito a otro nivel, convirtiéndolo en una experiencia absolutamente gourmet.
Todo ello es posible gracias a la selección diaria de las mejores materias primas siempre nacionales (priorizando proximidad, punto de madurez y su alta calidad), a un exigente control de calidad de todo el proceso y sobretodo, gracias a la preservación de las recetas originales y al proceso tradicional y artesano. Y es que son, en el día a día, nuestras maestras artesanas quienes elaboran a mano y con mimo cada una de nuestras recetas de tomate frito y confituras, siguiendo los pasos de Kikí.
La naturalidad , la artesanía y el saber hacer, son valores fundamentales en nuestra empresa familiar.
Desde sus comienzos, Estilo Kikí ha ido añadiendo nuevas recetas y sabores extraordinarios a su catálogo gracias a su fundadora y a sus nietos. Nuestro objetivo: sorprender a los paladares más exigentes y elevar el sabor de sus platos, llevándolos a un nuevo nivel.
A sus 83 años, Kikí sigue siendo una apasionada de la buena cocina y conserva la ilusión del primer día.
Así es como nació Estilo Kikí: una empresa artesana que tiene como propósito mantener la receta original del tomate frito de Kikí, y hacerla llegar a todas las personas que cada día se reúnen alrededor de la mesa para disfrutar de la comida realmente extraordinaria.
Estilo Kikí ha sido beneficiaria del Fondo Europeo de Desarrollo Regional cuyo objetivo es mejorar la competitividad de las Pymes y gracias al cual ha puesto en marcha un Plan de Internacionalización con el objetivo de mejorar su posicionamiento competitivo en el exterior durante el año 2019. Para ello ha contado con el apoyo del Programa XPANDE de la Cámara de Comercio de Valencia.